martes, 30 de agosto de 2011

EXAMEN DE RECUPERACIÓN: ROMA (2)



Totó


Cuando Dios hizo el mundo, Roma ya le había puesto alcantarillas media hora antes. Y como el Nuevo Testamento hacía tiempo que los romanos lo tenían arrumbado en las librerías de viejo, más leído que el libro de familia de Rómulo y Remo, no les gustó ni pizca la chulería de los cristianos de guays con que si ellos iban a salvar al mundo porque tenían un jefe que era la Hostia con los efectos especiales y ya estaba escrito. Así de repente y en Galilea, que no tenía cobertura buena y ése era todo el exotismo. Para qué queremos más circos, se dijeron los romanos todos, abanicándose con sarcasmo como en un culebrón venezolano. Y en la subida de sueldo que pidieron los gladiadores por casualidad ese mismo día, se tiraron los romanos por el plan B, que era darle de comer a los leones en público, que eso siempre gusta de ver y sube la autoestima. En los circos que ya estaban. Una diversión y unas risas con los del cantar sereno en hebreo. Y como la feria va por partes, a los cristianos de guays comenzó a no parecerles prudente la chulería de su nuevo pokemon contra el Olimpo, se callaron lo de cantar sereno, y se escondieron con sus cartas en las catacumbas, abajo, por si los felinos, mientras por arriba iban de farol, por si colaba con algún emperador, los efectos especiales y la Vía Apia hasta el Más Allá, todo derecho. Quitando a los claustrofóbicos, que sí que lo pasaron regular, pues más o menos les fue bien con el casting histórico de emperadores salando pescado en las catacumbas. Todos sabían que a los emperadores romanos los cogían por su sentido de la grandilocuencia y que no le tuvieran alergia al laurel, no por su inteligencia, (si no de qué se iban a Hispania a por uvas y lloraban cuando les llegaban pasas), y, aparte, que si les dabas un dios nuevo, en seguida le hacían una casita de perro en mármol, de modo que, esperando, esperando en la oscuridad como patatas con una idea fija, les funcionó la trampa con un tal Constantino y con un tal Diocleciano, que dijeron las veo, y por fin los cristianos de guays pudieron sacar sus cartas pokemon a la luz y jugárselas con las cartas de los superpoderes de Júpiter, Marte, Zeus y otros caballeros del Zodiaco más. ¡¿Adónde iban los pobres de las estatuas, si a los cristianos siempre les salía el comodín de la omnipotencia y a tomar por saco la baraja, señorita?! Otro aparte, que el libro que nos mandó para estudiar en verano se cayó el solito a la alberca de mi primo Antoñín y no ha habido manera de secarlo para el examen, digo yo que porque su padre es un Adán y tiene la alberca de verdín que parecen las bragas de la Sirenita.

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