PUTA DEMOCRACIA, PENSABA
Dejó de ir a las lapidaciones porque tenía mala puntería y se reían de él. También dejó de votar. Cuando por fin regresó a la vida civil por los bares y las calles, los zapatos más estúpidos lo llamaban como peces con la boca abierta desde los escaparates, y se hizo mozo de escuadra para integrarse. Luego delegado de interior. Puta Democracia, pensaba.
Putos los hombres que quieren comprarla, que ella no se vende.
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