miércoles, 6 de octubre de 2010

MI BARRIO (48)


En mi barrio hay muchos chinos de todas partes. Los chinos son a mi barrio lo que el excipiente en un medicamento: no es lo que te cura, pero sin ellos no hay patatas fritas en bolsa a las doce de la noche. Cuando un chino se acuerda de su tierra no tiene tiempo y sigue trabajando. Acordarse de una cosa tan grande como China lleva muchas horas y los chinos emplean las horas a doble jornada y todas dentro de la tienda. Porque salen muy poco de la tienda. A lo mejor es que sólo hay dos tipos de chinos: el que está dentro de la tienda y el que está fuera con la furgoneta. Porque un chino sin furgoneta sólo sale de su tienda a perseguir al que le ha robado o a por café. Y nunca verás a un chino tomar un café solo. Siempre con leche y sorbiendo muy fuerte para que todos sepamos que el chino está disfrutando de su minuto de asueto. Pero si miras en el diccionario lo que significa la palabra "asueto", es una vacación de un día o de una tarde, y ya tenemos al chino pegando un grito, que tanto asueto seguro que lo mata. Y lo mismo que los banglis ponen esquelas a la entrada de sus tiendas cuando muere uno de sus jefes allá en su tierra, los chinos ponen un puerto de mar donde te plantan otra tienda en mi barrio. No hace mucho vinieron un montón de cucarachas voladoras en una de sus cajas de cartón con olor a barco y todo el mundo aplaudió mucho por la cosa del intercambio cultural y la tolerancia y que chinos somos todos. Sai Tchié.

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