lunes, 15 de marzo de 2010

MI BARRIO (22)


Mi barrio es de mucho ir y venir a los juzgados de Plaza Castilla en el puente aéreo del autobús 27, con lo cual mi barrio es de mucho desgraciado y de mucha policía también un poquito desgraciada y se les nota porque el trabajo lo hacen como tristes y en el fondo como pensando en playas lejos y otro tipo de problemas con más brillo. La policía de mi barrio la hay de todos los formatos: en moto, en coche, en furgoneta, de paisano como niños grandes y a caballo como niñatos ricos. Los de a caballo van por parejas como si hubieran quedado de casualidad con sus caballos y todo, y a charlar de sus cosas lo llaman patrulla, pero lo mismo podría ser una conversación de dos gordas en mula porque no paran de hablar de dietas y de vacaciones. Ponen caras de a dos metros y medio del suelo y entre eso y las gafas de pinchadiscos que les obligan a ponerse sus novias y sus madres, la gente ni les hace caso, por chulos y mimados. Los caballos también ponen caras. Primero ponen cara de saca ya el ticket del parking y nos vamos, que por aquí hay mucho perro, y luego ponen la otra cara de los caballos, que es un zurullo en la calle que no se lo salta un tironero por muy loco que venga corriendo. A los caballos de la policía de mi barrio los traen en taxi de techo alto y se los llevan lo mismo pero un poquito más nerviosos y yo creo que por las noches sueñan con nosotros en sus cuadras de multimillonarios del orden público, que vete tú a saber qué tipo de orden es ése con lo desordenado que es el pueblo para sus temas.

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