miércoles, 9 de abril de 2008

MÁS ALLÁ O MÁS ACÁ DE LAS PALABRAS


Sin necesidad de verbalizarlo todo, cosificar los sentimientos en cajoneras semánticas, hay sensaciones inefables por las que todavía merece la pena tener orejas y unas buenas gafas. Es tal vez ese rencor que te entra hacia los libros que prometieron tanto y que tanto se han vendido al demonio. Los de literatura menos, aunque a mí me esté fallando mucho últimamente Marcel Proust.

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