sábado, 14 de abril de 2007

BUHARDILLA DE LAVAPIÉS (35)


HABÍA ALGO.
Un miedo grande y solitario
como un animal nube que buscara lloverme.
Ahí estaba, dentro de las horas,
con la muerte y su necesidad,
con la distancia y las cosas que se quedan solas,
en el peso secreto del otro lado:
esa balanza hambrienta donde van cayendo
corazones,
sonrisas,
recuerdos y noes,
y tal día hizo un año que nos dejó.
Ese miedo grande y negro
junto al frío que le queda a todo niño tras el llanto
que midió la paliza.
El ritmo lento y complejo con que sabemos que


hay una labrada reja negra
en algún lugar de la noche.

Cosas que salen del mar con un encargo y un aceite.
Ese miedo color carne
dentro de esta peligrosa suavidad sin nadie.
Un pájaro que duerme de costado,
como si estuviera muerto,
porque le están creciendo dos manos.

El vapor azucarado del miedo en la cabeza de un solitario
Esa voluta que asciende hasta las vigas y queda
Una calma en el horror para tiempos más enteros
Y nadie que te suba la sábana la manta Nadie
Que te baje los párpados si mueres antes de que
Vuelvas a amanecer raro

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