sábado, 10 de marzo de 2007

BUHARDILLA DE LAVAPIÉS (4)



Lo que quiero decir está en los dos lados de un escupitajo
y en los cuatro muñones de un abrazo de postguerra;
en las horas
benditas de la fresca y en los minutos años de amanecida
con mujer de verdad.

Lo que quiero decir es un horror bueno de madre
peinándote en la cornisa. Esa solicitud.
El incidente espacial que supone un beso ahí.

La leyenda de la Gran Barra,
también.

Lo que quiero decir es tal vez una madre cornisa
y un padre cornisa y unos amigos cornisa y
la disimulada cornisa que tenían en el esternón tantas mujeres.


Escarba en mi cráneo.
Ojalá encuentres algún juguete perdido, una moneda,
un trocito de madera auténtica.
Algo que sonría sin saberlo.



O el intento honesto y borracho
de hacerme un sombrero mejicano
con vuestras almas
y salir disparando de los sitios.

Devolverle a la Muerte
su mero rango de transportista.

Darle a los días su antigua anchura.
Aquéllos días para luego.
Aquéllos quiebros de cintura
con que nos hurtábamos al futuro.

Devolverle a la vida
sus queridos picores.

Cuando primero fue
el desalojo de aquél remoto coño.

Cornisas y madres.



Escribo tan junto dentro de mi cuerpo
que comienzo a sangrar por la nariz.


Puedo sangrar así
porque ahora soy un HOMBRE.

Aunque
me lloviera encima un día
me empapara del que llevo en las fundas del alma
me tuviera un día
en el calabozo de mis pantalones
las mujeres se me comieran los ojos
soy un HOMBRE


cuidado, animales,
que sé decir hola.

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