Acertó. Al menos conmigo.
De todos sus chistecillos de ejecutivos, náufragos,
psiquiatras y exposiciones artísticas, por fin éste.
A ver si es porque también acaba de clavar por fin el estilo del New Yorker...
Da lo mismo. El chiste es magnífico y solemne.
Enhorabuena.
Gracias, salao.
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