
Sabíamos que nuestros cuerpos se habían purificado, rectos
Que nuestras bocas aguardaban el beso, anos
Que los bancos habían dispuesto la mesa caníbal,
Pero pasaban cuatro días del milagro
Y seguíamos sin notar nada, señor Juez.
Nuestros hijos iban al colegio, concertados
Nuestros enfermos iban a los hospitales, enfermos
Nuestros parados a sus bares, contentos
Y aguardábamos abiertos como libros de Gala
El imbullo del inculco del milagro,
Pero seguíamos sin notar nada.
Imagínese, señor Juez, con los Mercados tan cerca
Y hasta peor diríamos que antes del milagro...
Entienda usted la unanimidad de incorporarnos y que,
Sacudidas las rodillas,
Le dieran mucho por culo, ahora sí,
A los aurigas de las corbatas como látigos,
Y lo otro, claro está,
el camión de soles y sombras que incautamos el barrio y yo
Para reponernos del susto azul de los cuatro días atrás.
Ingesta ésta que es la gesta
Por la que se nos demanda y manosea con la misma pericia
E injusticia
Que la de usted con los langostinos
Y el destino con los comicios...
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