
Parece que los cuervos tienen un aparato fonador capaz de reproducir sonidos humanos con más facilidad incluso que los loros. Si no lo hacen, es porque no quieren. O porque hacen como los monos: para que no los pongan a trabajar. A no ser que los cuervos se metan en política, que eso sí que no es un trabajo. Entonces sí. Se apropian de lo que antes eran palabras en boca de hombres y las convierten en mentiras en pico de bicho. Sólo así se explica la apropiación bastarda que han hecho estos cuervos del lenguaje y la confusión a la que pretenden llevarnos. A continuación, unos ejemplillos de la perversión y el retorcimiento al que han sometido a algunas palabras y conceptos que, en principio, deberían ser positivos. Referendum: un acto de sedición. Rescate: un desastre. Reforma: empeoramiento. Ley de Seguridad Ciudadana: represión policial. Sobresueldo: corrupción. Educacíón diferenciada: segregación. Escuela pública: escuela no excelente. Esfuerzo compartido: socialización de las pérdidas, privatización de los beneficios. Sindicato: Lobby de vagos. Mercados: tiburones financieros. Copago: repago. Partidario: partidista. Antisistema: delincuente. Ajuste: ruina. Regulación: despido libre. Escrache: terrorismo. Moderación: bajada. Competitividad: salarios basura. Salario mínimo: salario real. Pluriempleo: Mini jobs. Preferente: timo. Movilidad exterior: exilio. Globalización: esclavitud...
Así que, si de repente hueles a palabras podridas, es que te están envenenando. El antídoto está en la lectura (justo lo que tratan de abolir) y en no perder nunca la noción de que son cuervos los que están hablando. Tampoco estaría mal tener siempre a mano un diccionario Cuervo-Castellano (o Castellano-Cuervo, por si les quieres mandar a la mierda en sus mismos términos con algún cese temporal de la convivencia o con alguna ponderación de impuestos intromiscuyéndoseles mismamente en lo que vienen siendo sus putos culos de cuervos hijos de la gran puta).